Correctora literaria y académica
Poeta, ensayista y cronista
Publica la mejor versión de tu libro
Escríbeme a mi correo y cuenta conmigo
c.cristina.wolf@gmail.com
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Como en un instante de infinito
el ser es una huella digital eterna.
es una lanza proyectada al sueño.
Ven, caminemos juntos
las ciudades y el alma de la tierra.
Somos la vida que comienza siempre.
Del libro «Escribe un poema para mí»
Carmen Cristina Wolf
Vuelvo de nuevo a mi Blog.
Como en un instante de infinito
el ser es una huella digital eterna.
es una lanza proyectada al sueño.
Ven, caminemos juntos
las ciudades y el alma de la tierra.
Somos la vida que comienza siempre.
Del libro «Escribe un poema para mí»
Carmen Cristina Wolf
Vuelvo de nuevo a mi Blog, haciendo pininos con la tecnología.
Carmen Cristina Wolf. Poeta, ensayista, correctora de estilo y editora. @carmencristinawolf en Instagram. @literaturayvida en Twitter. Encuentra aquí textos y poemas de la autora y escribe tus comentarios.
«En 1984 Rafael Cadenas Cadenas escribe: “(…) La situación de deterioro que he descrito de manera muy sucinta tiene graves consecuencias para el venezolano. El desconocimiento de su lengua lo limita como ser humano en todo sentido. Lo traba; le impide pensar, dado que sin lenguaje esta función se torna imposible; lo priva de la herencia cultural de la humanidad (…) lo convierte en presa de embaucadores, pues la ignorancia lo torna inerme ante ellos y no lo deja detectar la mentira en el lenguaje” (…) Nunca como hoy tiene validez esta aseveración, cuando la falsedad se extiende cada vez más en casi todos los ámbitos.
Estamos ante una de las reflexiones más importantes contenidas en este libro. Un lenguaje deficiente y empobrecido hace a un pueblo esclavo de la ignorancia. Con frecuencia recuerdo las palabras del profesor de Fonética Higgins, personaje de la obra Pigmalión de Bernard Shaw, que se conduele amargamente de la joven vendedora de flores por su “espantosa” manera de hablar, con graves errores en la pronunciación del idioma inglés. Él asegura que si tuviera ocasión de enseñarle a expresarse correctamente, la joven se convertiría en una dama capaz de ser la dueña de una floristería. No es asunto de afincarse en el sentido utilitario de dominar una lengua, más bien se trata del dolor que causa el incomprensible desprecio por aquello que nos es más ínsito. No amar el lenguaje es dejar de amarnos a nosotros mismos.»
Carmen Cristina Wolf
Fragmento de ensayo «Templanza y honestidad de lenguaje», publicado en el libro
Vida y Escritura, publicado en Amazon. Caracas 2014
Editorial Diosa Blanca y Editorial SCEL
Ven, caminemos juntos
las ciudades y el alma de la tierra
Somos la vida que comienza siempre.
De mi libro «ESCRIBE UN POEMA PARA MÍ»
#carmencristinawolf
#correctoresliterarios
Por Carmen Cristina Wolf
El próximo 31 de marzo es el Día Internacional de la Poesía. Yo lo celebro con mis poetas predilectos. Entre ellos, Luz Machado ocupa un lugar dentral. Con frecuencia acude a mi memoria la visión de la poeta una mujer de figura armoniosa, vestida con distinción y sencillez, siempre atenta, observadora y silenciosa. Y se hace presente la aseveración de la escritora española Rosa Navarro Durán: “El poeta puede identificarse o no con el yo poético… la ilusión del lector de que ambos son siempre uno ha llevado a muchas lecturas erróneas o al menos a dar una importancia excesiva a la biografía del poeta” (Cómo leer un poema, Ariel Practicum 1998). En la escritura de Luz Machado causa asombro encontrarse con una poesía osada, una voz femenina llena de fuerza, un tono propio que aborda temas podría decirse “prohibidos” para la sociedad venezolana de la década de los cuarenta y cincuenta.
Su poética es de una delicadísima riqueza y evoluciona constantemente tanto en las formas como en la temática. Desde muy joven aborda temas psicológicos y conflictos existenciales:
Este mirarme siempre el propio abismo
ha invertido el mirar y es sólo adentro
donde tiene mi esencia estas pupilas
que vigilan lo efímero y lo eterno.
Quién me dejó el Amor y su cadáver
a la orilla del ser?…
Vaso de Resplandor, 1946
Fácilmente se descubre en estos versos la condición reflexiva y la profundidad de un discurso poético exento de superficialidad. Era muy joven Luz Machado cuando escribió sobre la impostergable necesidad de volverse hacia adentro, ir más allá de las cenizas del Amor perdido, para mirar sin miedo en el fondo del ser.
Luz Machado nació en Ciudad Bolívar, Venezuela, en 1916, y falleció en Caracas, en el año 1999. Periodista, poeta, desarrolló también la crítica literaria. Cofundadora de la revista «Contrapunto». Diplomática, activista política, estudiantil, cultural. Cofundadora del Círculo Escritores de Venezuela. Medalla de Plata de la Asociación de Escritores Venezolanos, Miembro de la Sociedad Bolivariana. Seudónimo: Agata Cruz. Recibió distinciones, como las Ordenes Francisco de Miranda (1993) y Congreso de Angostura (1996). La Universidad de Guayana le concedió el Doctorado Honoris Causa (1996). Recibió el premio Municipal de Poesía (1946) y el Premio Nacional de Literatura (1987). Sus poemariosùblicados: Ronda (1941), Variaciones en tono de amor(1943), Vaso de resplandor (1946), Poemas (1948), La espiga amarga (1950), Poemas (1951), Canto al Orinoco (plaq. 1953), Sonetos nobles y sentimentales (1956), Cartas al señor Tiempo (1959), La casa por dentro (1965), Poemas sueltos (plaquette 1965), Sonetos a la sombra de Sor Juana Inés de la Cruz (1966), La ciudad instantánea (1969), Retratos y tormentos (1973), Soneterío (1973), Palabra de honor (1974), Poesía de Luz Machado, Antología (1980), A sol y a sombra (1992), Libro del abuelazgo (1997).
Mujer de amplia cultura y lectora incansable, puede descubrirse en alguno de sus versos una lejana influencia de la poetisa norteamericana Emily Dickinson:
Comparezco ante la tempestad
con un espejo de rosas en las manos
Para qué huir si el relámpago es cielo fugitivo
y en el trueno cabalga un arcángel herido?
La Espiga Amarga, 1950
En el poema Embriaguez de la Muerte de su libro La espiga amarga, se advierte el uso atrevido de los adjetivos, es difícil encontrar un poeta de mediados del siglo XX que no se viese influenciado por la exuberancia de Neruda, y podemos leer estos versos magníficos:
“Quiero una casa de piedra junto al mar //… echarías tu cabeza de diamante imprevisto / en el agua madura de mis hombros / buscando, como un pez ávido de soledad, un par de lunas de limo detenido / en las que un bosque antiguo recogiera sus iniciales savias. // Yo calzaría el crepúsculo entero entre mis dedos / probándome su herencia de anillos, / esperando que creciera en mi cara el polen de la eternidad. (…) / Eras un marino ciego contando barcos / por el recuerdo de las constelaciones en el puerto.”
Con una escritura que podría definirse de vanguardia para la época, también vuelve los ojos a la temática y a las formas de Rubén Darío:
La mar bajo mis pies salva azules panteras,
la espuma en mis rodillas salva serpientes de oro,
el aire contra el pecho salva fantasmas bellos
y sofoca doncellas y liras en la noche (Ibidem)
Es recurrente el tema de la casa “de piedra junto al mar”, el hogar, la ciudad, el alma, el amor deseado y perdido, la reflexión lírica sobre la palabra, el poema y la muerte. “Hay que dejar en las ciudades algo / ¿Para qué vamos hacia ellas si cuando nos marchamos / no sentimos en el pecho una pequeña piedra oscura, golpeándonos?” ¿Es acaso cierto que se vive una ciudad cuando no hemos derramado en su suelo nuestro llanto, cuando no hemos encontrado ni perdido un sueño, cuando no somos asiduos de una cafetería o de un bar determinados, ni conocemos los aromas de la grama del parque, o el olor picante que se siente desde la taberna hacia la calle? “Toda esa ciudad yo la conozco… Pero de nada vale decirla si no duele / amor, palabra, estatua, mujer árbol, poema.”, escribe Machado.
En el libro La Espiga Amarga ella dedica una carta a la Poesía:
Ay, me duele la piel del cántico,
la frente de la piedra, la pestaña del musgo. (…)
llevo una luna ardiente clavada entre los senos
y una palabra antigua me crece como hierba olorosa en la boca…
¡Qué claros pergaminos arden bajo mis sienes!
Su dominio de la escritura clásica se pone en evidencia en estos perfectos endecasílabos del poemario Canto al Orinoco (1953). Un pensamiento reflexivo y profundo se muestra en estos versos:
En el nombre de Dios declaro miedo.
Iniciando un poema, este poema,
en cuya letra viviré sin muerte
lo que con gracia está en mi entendimiento.
Declaro miedo y me persigo y tiemblo (…) Canto al Orinoco
Sus poemas amorosos revelan la absoluta libertad de su escritura, excepcional en la sociedad de mediados de siglo:
Eras frente a la ciudad un hombre silencioso y total y magnífico
En cada uno de sus libros Luz Machado dedica algunos versos a la poesía o al poema. Ella funda su arte poética como si fuera el techo de la casa que habita, como si para ella la escritura fuese lo más importante, lo primordial. Así, ella dedica este poema que lleva por título La casa por dentro, a la poesía:
La casa necesita mis dos manos.
Yo debo sostener su cal como mis huesos,
su sal como mis gozos,
su fábula en la noche
y el sol ardiendo en mitad de su cuerpo.
Deben dolerme las cortinas y sus gaviotas
muertas en el vuelo.
Conmoverme el jardín y su antifaz de flores dibujado,
el ladrillo inocente acusado
de no haber alcanzado los espejos,
y las puertas abiertas para las recién casadas
con su rumor de arroz creciendo bajo el velo.
Debo atender su réplica del universo,
la memoria del campo en los floreros,
la unánime vigilia de la mesa,
la almohada y su igualdad de pájaros dispersos,
la leche con el rostro del amanecer bajo la frente
con esa yerta soledad de una azucena
simplemente naciendo.
Debo quererla entera, salida de mis manos
con la gracia que vive de mi gracia muriendo.
Y no saber, no saber que hay un pueblo de trébol
con el mar a la puerta
y sin nombres
ni lámparas La casa por dentro, 1963
Sobre ella escribe Joaquín Marta Sosa: …» Ella pertenece, junto con Enriqueta Arvelo Larriva (1886-1962) y Ana Enriqueta Terán (1918) a una insuperable trilogía de fundadoras de la voz y la visión femenina en la poesía venezolana. En su caso particular ha sido el universo doméstico, el domus aurea, lo que signó la mejor factura espiritual y lingüística de su poesía. Su poética se adscribió de modo constante más al «estar» (vivencias, experiencias, situaciones) que al «ser» (esencialidades), desde cuya perspectiva acomete una poesía confesional que viene a ser su arma para comprender y, a la vez, hacerse del mundo. Desde esa perspectiva, su corpus poético va creciendo y ganando en penetración a partir del universo «de la casa» y de lo «antipoético» que pueda habitarlo» …
Esta es la casa edificada con su pluma, parecida tal vez a su hogar real, igual pero distinta, porque esta casa de palabras es “fábula en la noche”, es “ladrillo inocente acusado de no haber alcanzado los espejos”. Sorprende encontrar en una escritura del cincuenta, que corresponde a una mujer con una vida de costumbres recoletas desde el punto de vista de los cánones sociales, un dominio del lenguaje que trasluce un mundo de lecturas vastísimo. Se pueden observar pinceladas de surrealismo en ese “ladrillo acusado” de no alcanzar los espejos. Al mismo tiempo, ese estado de gracia que se respira de la “gracia muriendo”, evidencia la lectura de la poesía mística, San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Sor Juana Inés de la Cruz. De hecho, Luz Machado publica en 1962, los Sonetos a la sombra de Sor Juana Inés de la Cruz, que son una verdadera belleza tanto en la forma como en el trato con el lenguaje.
Todas las cosas cotidianas fueron cantadas en los versos de Luz Machado: escobas, zapatos, cacharros, hornillas, platos, vasos, cubiertos y agujas de tejer:
En mis manos, como una astilla cósmica, una sola aguja
Realiza los milagros más simples, sin salir de casa.”
La casa por dentro, 1965
No sin nostalgia debo concluir, porque se me quedan muchos poemas que amo sin comentar, pero así es la página en las publicaciones: generosa y concisa. Dejo ante la ventana del lector este última confesión de Luz Machado:
Un gran dolor pule los huesos de la casa. / Sí. La casa entera sobre los hombros, / sobre la espalda, sobre la frente (…) / Es dolor de ser vivo, / de estar viva. / en la madrugada que recoge esta sed de cansancios” (…) (Ibidem). Alguien, alguna vez, puede identificarse con este sentir suyo, alguna vez también nos sentimos dolorosa, terriblemente vivos.
Más, al otro día “Se siente abierta ya una nueva página / y todo puede acontecer aún”. (El libro de horas de Rilke, 1906)
Ensayo del libro Literatura y Vida 2011, de Carmen Cristina Wolf
Derechos reservados
BABEL EN MARZO
Babel en marzo. Escribí este poema en el silencio de la medianoche, después de oír al poeta venezolano José Pulido a través de un video, diciendo a plena voz su poema «Torre».
Versos en tempestuosa vehemencia
que se enfrentan al mal y su desierto
Me apropio del poema sin derecho
y lo grito a la puerta del verdugo que hoy nos trata de hundir en el abismo
No hay torre de babel
que se sostenga en pie
ante el fuego del alma que no cesa
No habrás de silenciarnos
ni volverás nuestro verbo confuso
Indescifrable
Ante la cárcel que pretendes
se abren puertas con llaves de palabras
Poeta que escribes desde España
también me uno a tu canto de inmensidad oceánica
ante este trance apocalíptico
que ahuyenta a los niños de los parques
en el empeño cruel
de matar los sueños y el amor//
También me uno con ímpetu a tu verbo
Carmen Cristins Wolf
Marzo y en Caracas. Ante la amenaza del #coronavirus tal vez acompañamos la pasión de Cristo
Alberto Hernández escribe sobre la poesía de Carmen Cristina Wolf
LA CASA EN LA MEMORIA
1.-
Una casa es también un ser que respira.
Se respira la casa y con ella los objetos que la hacen. Quien la construye a diario con palabras es la misma casa en la textura de su lenguaje, y es habitable por sus distintos silencios o desgarraduras.
Carmen Cristina Wolf, en su libro inédito Las casas que me habitan, habla de la casa como si ésta viviera dentro de ella. Y así es: la casa es memoria y paredes, risas y techo, tristeza y árbol en un patio, pero más allá de esos habitantes, la casa es un rito, una esencia que cambia con quienes la convierten en símbolo, en una metáfora del tiempo.
Es decir, la casa es la memoria.
Hay casas que permanecen. Casas que no mueren. Casas siempre plenas, abundantes en su habitación: se vive una casa y se revela como milagro.
Una casa, por muy perdurable que sea, muda de piel. La poesía hace posible que esa piel tenga la misma lozanía en la memoria. Capas de tiempos, el poema avizora la posibilidad de hacerla eterna en la genealogía, en la heredad.
Una casa es la gente que la habita. Pero también la casa se hace gente.
2.-
La mirada de una niña ve crecer la casa. Entonces el poema aparece, se despliega con sus diversos tonos. Una calle hace de testigo y se abren otras calles que no son nombradas, que se silencian detrás de las palabras.
“La ciudad era un lugar inmenso (…) mejor estar en casa bajo el árbol del patio// el vaivén del columpio y los juegos del perro/ la pelota de hule las muñecas”.
Esa mirada también crece, escribe la casa, el poema, se permutan. Son en tiempo.
Desde el afuera, desde el acento que se impone, cada lugar es un espacio donde habita el susurro, lo que habrá de ser el poema de la casa, la casa misma como ser vivo:
“las habitaciones lucen su juego de sombras”.
Los personajes que mueven cada objeto, que son los cimientos de la casa, trazan la memoria perdida, aunque la voz, también parte de ese juego de sombras, anuncia la distancia:
“A lo lejos la montaña/ lo imagina en aquella ciudad/ donde los días se vuelven interminables”.
Tutear la casa, hablarle: el poema dilata su eco, habla con su doble significado sensorial:
“habito tu silencio/ atravesable como el ojo del espejo”
3.-
¿Cuántas casas son posibles en una vida? ¿Cuántas vidas para habitar una casa?
Queda la memoria como ensueño, como figura de alguien que pasa, un duende, una voz de otro mundo, la abuela que farfulló una oración. Un pequeño altar, una silla, una repisa, el calor o el frío. La casa se deja habitar. O se hace abismo, equilibrio.
Quien ha crecido ve la casa más pequeña. Ya el hogar ha dejado de ser para ser memoria, compañía. Olores, colores, caricias o dicterios. La memoria incansable:
“En la habitación frente a la mesa/ una vieja silla de madera cruje”.
La que escribe se mira y dice: “El poema encontró su camino”.
Y así como las casas hacen la ciudad, la ciudad hace el país. Y lo verbaliza desde el dolor, desde la agonía de sus habitantes: la misma casa como desgarramiento, como soledad, como acoso:
“en mi país/ la libertad está asediada”.
¿Cuántas quedarán sin la voz de sus hábitos, sin el roce de los vestidos, sin las manos que la limpien? Las casas hablan solas. Dialogan entre ellas, las más de las veces. Cuando dejan de hacerlo caen. Se derrumban.
¿De qué se alimentan, qué las mantiene en pie?
Las palabras, un poema, una canción.
Por eso:
“El poema habita tu secreto”.
En este libro de Carmen Cristina Wolf están todos estos momentos. La casa del recuerdo, la casa del lenguaje, la casa del alma, todas ellas se contienen
en la poesía de la autora.
Una lectura que nos conduce a ser la casa que seguirá habitándonos.
Dos poemas de Las casas que me habitan:
«Pensar de nuevo al mundo
tomarlo por alguno de sus hilos
escribir en constancia
del asalto de dudas y afanes
Algunos días acostumbro
acariciar los prados y dejarme
cortejar por la brisa
de interminables filas de palmeras
mientras miles de pies dejan su huella
en las caminerías de la playa»
******
«En la habitación frente a la mesa
la vieja silla de madera cruje
Soporta mi peso y las ausencias
la hoja en blanco y el silencio
Las horas se deslizan sin ruido
el poema halló su lugar en la página»
Alberto Hernández. Síntesis biográfica. Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952.
Poeta, narrador y periodista. Egresado del Pedagógico de Maracay, realizó estudios de postgrado en la Universidad Simón Bolívar en Literatura Latinoamericana. Fundador de la revista literaria Umbra, es colaborador de revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria. Ha representado a su país en diferentes eventos literarios: Universidad de San Diego, California, Estados Unidos, y Universidad de Pamplona, Colombia. Encuentro para la presentación de una antología de su poesía, publicada en México, Cancún, por la Editorial Presagios.
Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua. Ha publicado ensayos y textos poéticos en las revistas Turia de España (Aragón), números 81-82; en Il foglio volante de Italia, Nº 4, abril 2007; Piedra de molino, Arcos de la Frontera, España, primavera de 2007, entre otras. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano y al árabe.
Obra publicada
La mofa del musgo. Umbra Editores, Maracay, 1980. pp. 60.
Amazonía. Talleres Gráficos del Centro de Capacitación Docente “El Mácaro”, Turmero, 1981. pp. 30.
Última instancia. Editorial Sobrevivientes asociados. Maracay, 1985. pp. 75. (Esta obra obtuvo mención honorífica en el Concurso Literario de la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1985. Jurado: José Barroeta, Jorge Núnes e Igor Barreto).
Párpado de insolación. Ediciones del Ateneo de Calabozo, colección “Escampos”. Editorial Miranda, Villa de Cura, estado Aragua, 1989. pp. 100. Ilustrado por Antonio Cabesas. (Obtuvo mención honorífica en la II Bienal Literaria del Ateneo de Calabozo (1985-1987). Jurado: Luis Alberto Crespo, Elena Vera y José Barroeta).
Ojos de afuera. Fondo editorial IPASME, 1989. pp. 112. (Ganador del 1er. Premio del II Concurso Literario IPASME). Caracas, 1989.
Nortes. Editorial Sobrevivientes asociados. Maracay, 1991. pp. 103. (Mención de honor Primer Concurso Literario “Madre Perla”, 1992, Porlamar, estado Nueva Esparta. Jurado: José Lira Sosa, Elí Galindo y Luis Camilo Guevara).
Intentos y el exilio. Ediciones de la Casa de Asterión, Ediciones Mucuglifo. Dirección Sectorial de Literatura CONAC. Mérida, 1996. pp. 70. (Libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta Teatro Simón Bolívar de Juangriego. Jurado: Luis Alberto Crespo, Magaly Salazar y Earle Herrera). Prólogo: Luis Alberto Crespo.
Bestias de superficie. La liebre libre editores, Maracay 1998. pp. 40. (Premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y Diario “Antorcha” de la misma ciudad, 1992). Jurado: Elizabeth Schon, Santos López y Francisco Pérez Perdomo).
(Este libro fue traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour, Siria, Damasco, Editorial Daralmarsat, 2005)
Poética del desatino. Ediciones Estival. Colección El divino Narciso, Maracay 2001. (Libro de aforismos). Pp. 45.
En boca ajena. Antología poética 1980-2001. Ediciones Presagios-Serie Faisán, México, 2001. pp. 117. Prólogo: Efrén Barazarte.
Tierra de la que soy. Latin American Writers Institute Eugenio María de Hostos Community College of CUNY (Universidad de Nueva York, 2002). Pp. 121. Prólogo: Manuel Cabesa.
Nortes/ Norths. Latin American Writers Institute Eugenio María Hostos Community College of CUNY (Universidad de Nueva York, 2002). Pp. 87. Traducción al inglés: Alexis Trujillo.
El poema de la ciudad. Editorial Blacamán (Villa de Cura), Estival (Maracay), La liebre libre (Maracay), Presagios (México) y Umbra (Maracay), 2003. pp. 181. Prólogo: Harry Almela.
El cielo cotidiano. Poesía en tránsito. Editorial Mucuglifo, Mérida, Estado Mérida, 2008.
Puertas de Galina. Editorial Memorias de Altagracia. Caracas, 2010.
CUENTOS
Fragmentos de la misma memoria. Editorial Actum, Caracas, 1994. pp. 93.
Cortoletraje. Blacamán editores, Villa de Cura, Venezuela, 1999. pp. 54.
Virginidades y otros desafíos. Latin American Writers Institute Eugenio María de Hostos Community College of CUNY (Universidad de Nueva York, 2000). Pp. 60.
ENSAYO LITERARIO: Notas a la liebre. La liebre libre editores, Maracay, 1999. pp. 140.
CRÓNICAS: Valles de Aragua, la comarca visible. Impresos Urbina, 1999, Maracay. Pp.254. Prólogo: Pedro Ruiz. Cambio de sombras. Editorial Sobrevivientes Asociados y Ateneo de Guardatinajas “Soñadores del río Tiznados”. Maracay, 2001. pp. 122. Prólogo de Elena Vera.
El sábado 4 de mayo de 2019 de 11am a 1:30pm, asistiremos a una Cata de cuentos bajo la dirección del escritor Heberto Gamero Contín. Se dará lectura a algunos cuentos de destacados autores hispanoamericanos y con el concurso de los participantes, se analizará el argumento, los personajes y la estructura y características de los relatos.
Taller organizado por la Fundación Aprende a Escribir un Cuento (FAEC) y el Círculo de Escritores de Venezuela (@circuloescritoresvenezuela en Instagram)
Lugar: Librería Kalathos, Centro de Arte Los Galpones, Los Chorros
Entrada libre.
*Heberto Gamero Contín es un notable narrador y ha recibido importantes premios. Entre ellos, el Premio del Concurso de El Nacional por el cuento Los zapatos de mi hermano. Algunas de suspublicaciones son: Cuentos de pareja y otros relatos, Escritores, pintores y Músicos inmortales; Inventores, relatos biográficos y otros. El autor dicta talleres dirigidos a que los participantes aprendan a escribir cuentos.
Atavíos. Selección de la Segunda edición
Poemario de Carmen Cristina Wolf
ATAVÍO DEL AMANTE
No dejes caer la noche sin decírselo
La rosa se no avergüenza
De opacar la lucidez del alba
Mejor un instante de atrevido sonrojo
a mil versos de sensata palidez
LA CASA
¿Es ciego el giro de la casa
tan solitaria y huérfana?
Será que se detiene algunos días
sin darnos cuenta
se acicala con campos de espigas
y trae consuelo a dolores antiguos
La mecedora de la abuela levita suavemente
la persiana se mueve .-.-.-.-
en clave morse
se balancea el móvil de corales
Millones de mensajes cruzan el corredor
sin golpear los retratos
provenientes de los siete confines
El aire se recrea con murmullos
salidos de laptops relucientes
El caserón de todos, no sabemos por qué
sonríe desde su pétrea hondura
le gusta cambiarse los vestidos
y lavarse la cara de pisadas maléficas
o besarse ella misma las memorias
Algunos días soleados acostumbro
acariciar los prados y dejarme
cobijar por la sombra
de las interminables filas de palmeras
mientras cientos de pies dejan huella impaciente
en los portales, apenas entran y ya van saliendo
para dejarse caer un día u otro
en su regazo interminable
Me acostumbré a vivir
un poco en su morada
y por instantes en el infinito
& & &
ORIGEN
1
Soy el sueño de aquél
en quien florecen siempre las palabras
Entre piedras que exudaban templanza,
caí millares de veces en las playas de todos los océanos
Cuando aún no existía el cántaro ni el día,
se cumplió el ritual de la gota de luz en la penumbra
Sudé al calor de ríos de lava y al frío de las cavernas
confundida entre hipocampos y corales
enredada en aletas de peces sin mirada
Las tortugas gigantes llevaban en sus casas
grabadas las señales del que sería mi cuerpo y el de todos
Había un itinerario
en el centro del alma, era fácil sentirlo
casi imposible hallarlo persiguiendo las sombras
Era extravío seguro atarse a los deseos
2
En el tiempo de los minerales
su esencia buscaba las formas
aún no había tonalidades de selva
la semilla se dejaba ceñir por el océano
De allí vengo
3
Sentí su cercanía
Había fulgor de aurora en su mirada
mis manos fueron refugio exacto de sus cabellos
Nombraba las cosas con sonidos graves
y conocí la risa
Su porte recordaba el vuelo del albatros
y el tornasol del tigre
Fuimos los dos unidos
Desde entonces innumerables veces a mi nacimiento
Algo en mí ser recuerda el esplendor
Hoy espero sus ojos de mineral profundo
& & &
PROMESA
Traje conmigo algunas piedras de la ciudad perdida
y un puñado de versos sin destino
Respirar lo imposible, no esperar noticias
recrearse en la experiencia de la sed
El oleaje aparenta una conversación con las otras máscaras
Mejor no oír su voz, quebrantaría el inquieto sosiego del mar
Si los sueños dejaran de serlo se perdería el gozo de la promesa
La espera, un eterno comienzo
Miré en celaje el vuelo de tus cabellos a través de la vidriera
Recé para que no fueras tú. Así nunca te poseería del todo
El vuelo del alma no debe caer abatido en la piedra más honda.
El oficio, aguardar
en la ciudad que se abre al horizonte
& & &
AUSENCIA
Los minerales permanecían mudos
sus contornos buscaban las formas
– aún no había tonos verdes
El germen de conciencia
se dejaba ceñir por los océanos
Él se acercó, tenía atisbos de aurora en su mirada
mis manos fueron el refugio exacto de sus cabello
un temblor de sangre abrasó mis entrañas
Desde entonces –cuando regreso a este mundo-
suelo sentir los pasos de su ausencia
& & &
MEMORIA
Él nombraba las cosas con sonidos graves y conocí la risa
su porte recordaba el vuelo del albatros y el tornasol del tigre
Íbamos los dos solos intensamente unidos
Desde entonces, asistí innumerables veces a nuestro nacimiento
Alguna vez regresa el esplendor
Espero que regrese su mirada de mineral profundo
& & &
INFANCIA
Me encuentro entre los niños que abandonaron pronto los patines
y le fueron infieles a los cuentos por viajar en un tren de compromisos
Osar volver a ser
un corazón de pequeño latido
pasear de nuevo en el camión de los bomberos
Eso haré, si es posible
dibujaré un caballo estremecido de praderas
pintaré líneas de tiza en el garaje
para advertir al auto que detenga sus ruedas
Es el espacio de los pies desnudos
con cientos de caminos y tréboles insensatos
& & &
VIGAS FUERTES DE CARMEN CRISTINA WOLF
Sobre su poemario Atavíos
Alfredo PéreAlencart
Universidad de Salamanca
Oigo una voz necesariamente enclaustrada rompiendo complicadas geografías, no sin antes advertir: “No abandones tu rincón secreto / sin tender el hilo que te llevará de vuelta”. Es, me percato, la poeta Carmen Cristina Wolf, erigiendo un orbe nuevo para que sus invocaciones se posen sobre el oro molido del recuerdo, cierto, pero también dentro de la certeza de los sueños: “Eres el sueño de aquel / en quien florecen siempre las palabras”, como tan bellamente anota en otro de los diecisiete cánticos acopiados lentamente, cuales frutos de su inabarcable vida interior, porque son muchas las vidas que salen por las ventanas de su espíritu; es más, algunas todavía no han nacido en esa casa cómplice del Tiempo: “Me acostumbré a vivir / con un pie en su morada // y otro en el infinito”.
Ella, que nunca abandona a sus amigos (confesión de antaño y de hoy, cual refugio), teje las sílabas de de este Vértigo hondo de presencia, con la alquimia del milagro de vivir y las brasas ardientes del amor-amante: “No dejes caer la noche sin decírselo. / La rosa no se avergüenza de velar / en lucidez al alba”.
Confluyen ausencias, desolaciones, promesas, años de niñez, manos, viajes, esperanzas… Los textos se desbordan y se contienen, siempre en espera de un corazón que los sienta y los adopte. El mío lo torna su alimento y publicita la afirmación lírica-aforística de Carmen Cristina Wolf.
Celebro este alumbramiento múltiple. Celébrenlo conmigo, repitiendo al menos un par de versos: “La espera, un eterno comienzo / …El oficio, aguardar / en la ciudad que se abre al horizonte”.
Alfredo Pérez Alencart
Octubre y en Tejares
*Síntesis biográfica de Carmen Cristina Wolf
Poeta, ensayista y editora nacida en Caracas, Venezuela. Abogado con Estudios en Literatura Hispanoamericana. Miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por el Estado Miranda,
Obra publicada: En poesía: Canto al Hombre, Cármina editores 1997. Canto al Amor Divino, Cármina Editores 1998; Escribe un poema para mí, Círculo de Escritores de Venezuela 2001; Prisión Abierta, Al Tanto 2002, Colección Las iniciales del tiempo; Atavíos, Editorial El Pez Soluble 2007; Huésped del Amanecer, poemas, Ediciones Universidad Nacional Abierta 2008. La llama incesante, 4a edición del Instituto de Estudios Iberoamericanos de Salamanca en co-edición con la Editorial Diosa Blanca; Retorno a la Vida, Ensayo, Cármina Editores; Poesía Femenina y violencia, ponencia publicada en Antología 8º Encuentro Internacional de Escritoras 2008; Acontecer fecundo: Estudio sobre la obra de Luz Machado, publicado por la Asociación de Escritores de Mérida 2008; Aproximación a la obra de Rafael Cadenas, publicado por ConcienciActiva 21.
En dos oportunidades ha presidido el Círculo de Escritores de Venezuela. Obtuvo la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi en el 2013. y el Premio al Concurso de Cuentos 2005 de la Librería Mediática. Finalista en el Concurso de la Sociedad de Arte y Literatura con el libro El huésped insomne. Su obra aparece en Antología de Poetas Venezolanos de José Antonio Escalona, Universidad de Los Andes 2002.. Quiénes escriben en Venezuela (Conac 2004); El Hilo de la Voz 2004; Antología del Círculo de Escritores de Venezuela 2005; Biblioteca de Venezuela Analítica; Mujeres Venezolanas ante la Crítica de la Asociación de Escritores de Mérida 2008; Antología Octavo Encuentro Internacional de Escritoras, de la Asociación de Escritores de Mérida, 2008; Antología de Versos de Poetisas Venezolanas Editorial Diosa Blanca 2006; Travesías del alma, 12 mujeres con Teresa de Ávila, publicado por Verónica Amat en España 2014.
Colaboró con el periódico de la cultura PublicARTE, Una muestra de su poesía aparece en el libro La Mujer Rota (Primer Foro Internacional de Poesía); Literalia Editores México 2008; y en las Revistas Circunvalación del Sur, Conciencia Activa 21, Ateneo de Los Teques y otras.
Ha escrito numerosos ensayos, publicados en diarios y revistas nacionales e internacionales. Sobre su obra han escrito: Helena Sassone, Alfredo Pérez Alencart, Alejandro Lasser, María Isabel Novillo, Miguel García Mackle, Edgar Vidaurre, Lidia Salas, Alberto Hernández, Alejo Urdaneta, Eduardo Casanova, Enrique Viloria, Pedro Pablo Paredes, Milagro Haack y Lubio Cardozo. Es Directora de Cármina Editores y actualmente es Directora del Círculo de Escritores de Venezuela
Autora: Carmen Cristina Wolf
Segunda edición. Derechos reservados
ATAVÍO DEL AMANTE
No dejes caer la noche sin decírselo
La rosa se no avergüenza
De opacar la lucidez del alba
Mejor un instante de atrevido sonrojo
a mil versos de sensata palidez
LA CASA
¿Es ciego el giro de la casa
tan solitaria y huérfana?
Será que se detiene algunos días
sin darnos cuenta
se acicala con campos de espigas
y trae consuelo a dolores antiguos
La mecedora de la abuela levita suavemente
la persiana se mueve
.-.-.-.-
en clave morse
se balancea el móvil de corales
Millones de mensajes cruzan el corredor
sin golpear los retratos
provenientes de los siete confines
El aire se recrea con murmullos
salidos de laptops relucientes
El caserón de todos, no sabemos por qué
sonríe desde su pétrea hondura
le gusta cambiarse los vestidos
y lavarse la cara de pisadas maléficas
o besarse ella misma las memorias
Algunos días soleados acostumbro
acariciar los prados y dejarme
cobijar por la sombra
de las interminables filas de palmeras
mientras cientos de pies dejan huella impaciente
en los portales, apenas entran y ya van saliendo
para dejarse caer un día u otro
en su regazo interminable
Me acostumbré a vivir
un poco en su morada
y por instantes en el infinito
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ORIGEN
1
Soy el sueño de aquél
en quien florecen siempre las palabras
Entre piedras que exudaban templanza,
caí millares de veces en las playas de todos los océanos
Cuando aún no existía el cántaro ni el día,
se cumplió el ritual de la gota de luz en la penumbra
Sudé al calor de ríos de lava y al frío de las cavernas
confundida entre hipocampos y corales
enredada en aletas de peces sin mirada
Las tortugas gigantes llevaban en sus casas
grabadas las señales del que sería mi cuerpo y el de todos
Había un itinerario
en el centro del alma, era fácil sentirlo
casi imposible hallarlo persiguiendo las sombras
Era extravío seguro atarse a los deseos
2
En el tiempo de los minerales
su esencia buscaba las formas
aún no había tonalidades de selva
la semilla se dejaba ceñir por el océano
De allí vengo
3
Sentí su cercanía
Había fulgor de aurora en su mirada
mis manos fueron refugio exacto de sus cabellos
Nombraba las cosas con sonidos graves
y conocí la risa
Su porte recordaba el vuelo del albatros
y el tornasol del tigre
Fuimos los dos unidos
Desde entonces innumerables veces a mi nacimiento
Algo en mí ser recuerda el esplendor
Hoy espero sus ojos de mineral profundo
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PROMESA
Traje conmigo algunas piedras de la ciudad perdida
y un puñado de versos sin destino
Respirar lo imposible, no esperar noticias
recrearse en la experiencia de la sed
El oleaje aparenta una conversación con las otras máscaras
Mejor no oír su voz, quebrantaría el inquieto sosiego del mar
Si los sueños dejaran de serlo se perdería el gozo de la promesa
La espera, un eterno comienzo
Miré en celaje el vuelo de tus cabellos a través de la vidriera
Recé para que no fueras tú. Así nunca te poseería del todo
El vuelo del alma no debe caer abatido en la piedra más honda.
El oficio, aguardar
en la ciudad que se abre al horizonte
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AUSENCIA
Los minerales permanecían mudos
sus contornos buscaban las formas
_aún no había tonos verdes
El germen de conciencia
se dejaba ceñir por los océanos
Él se acercó, tenía atisbos de aurora en su mirada
mis manos fueron el refugio exacto de sus cabello
un temblor de sangre abrasó mis entrañas
Desde entonces –cuando regreso a este mundo-
suelo sentir los pasos de su ausencia
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MEMORIA
Él nombraba las cosas con sonidos graves y conocí la risa
su porte recordaba el vuelo del albatros y el tornasol del tigre
Íbamos los dos solos intensamente unidos
Desde entonces, asistí innumerables veces a nuestro nacimiento
Alguna vez regresa el esplendor
Espero que regrese su mirada de mineral profundo
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INFANCIA
Me encuentro entre los niños que abandonaron pronto los patines
y le fueron infieles a los cuentos por viajar en un tren de compromisos
Osar volver a ser
un corazón de pequeño latido
pasear de nuevo en el camión de los bomberos
Eso haré, si es posible
dibujaré un caballo estremecido de praderas
pintaré líneas de tiza en el garaje
para advertir al auto que detenga sus ruedas
Es el espacio de los pies desnudos
con cientos de caminos y tréboles insensatos
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Epílogo
VIGAS FUERTES DE CARMEN CRISTINA WOLF
Alfredo PéreAlencart
Universidad de Salamanca
Oigo una voz necesariamente enclaustrada rompiendo complicadas geografías, no sin antes advertir: “No abandones tu rincón secreto / sin tender el hilo que te llevará de vuelta”. Es, me percato, la poeta Carmen Crietina Wolf., erigiendo un orbe nuevo para que sus invocaciones se posen sobre el oro molido del recuerdo, cierto, pero también dentro de la certeza de los sueños: “Eres el sueño de aquel / en quien florecen siempre las palabras”, como tan bellamente anota en otro de los diecisiete cánticos acopiados lentamente, cuales frutos de su inabarcable vida interior, porque son muchas las vidas que salen por las ventanas de su espíritu; es más, algunas todavía no han nacido en esa casa cómplice del Tiempo: “Me acostumbré a vivir / con un pie en su morada // y otro en el infinito”.
Ella, que nunca abandona a sus amigos (confesión de antaño y de hoy, cual refugio), teje las sílabas de de este Vértigo hondo de presencia, con la alquimia del milagro de vivir y las brasas ardientes del amor-amante: “No dejes caer la noche sin decírselo. / La rosa no se avergüenza de velar / en lucidez al alba”.
Confluyen ausencias, desolaciones, promesas, años de niñez, manos, viajes, esperanzas… Los textos se desbordan y se contienen, siempre en espera de un corazón que los sienta y los adopte. El mío lo torna su alimento y publicita la afirmación lírica-aforística de Carmen Cristina Wolf.
Celebro este alumbramiento múltiple. Celébrenlo conmigo, repitiendo al menos un par de versos: “La espera, un eterno comienzo / …El oficio, aguardar / en la ciudad que se abre al horizonte”.
Alfredo Pérez Alencart
Octubre y en Tejares
Síntesis biográfica de Carmen Cristina Wolf
Poeta, ensayista, editora y correctora de estilo, nacida en Caracas, Venezuela. Abogado con Estudios Superiores en Literatura Hispanoamericana. Obra publicada: En poesía: Canto al Hombre, Cármina editores 1997. Canto al Amor Divino, Cármina Editores 1998; Escribe un poema para mí, Círculo de Escritores de Venezuela 2001; Prisión Abierta, Al Tanto 2002, Colección Las iniciales del tiempo; Atavíos, Editorial El Pez Soluble 2007; Huésped del Amanecer, poemas, Ediciones Universidad Nacional Abierta 2008. La llama incesante, 4ª edición del Instituto de Estudios Iberoamericanos de Salamanca y Editorial Diosa Blanca; Retorno a la Vida, Ensayo, Cármina Editores; Vida y escritura Primera edición en Amazon. Poesía Femenina y violencia, ponencia publicada en Antología 8º Encuentro Internacional de Escritoras 2008; Acontecer fecundo: Estudio sobre la obra de Luz Machado, publicado por la Asociación de Escritores de Mérida 2008; Aproximación a la obra de Rafael Cadenas, publicado por ConcienciActiva 21.
En dos oportunidades ha presidido el Círculo de Escritores de Venezuela. Obtuvo la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi en el 2013. y el Premio al Concurso de Cuentos 2005 de la Librería Mediática. Finalista en el Concurso de la Sociedad de Arte y Literatura con el libro El huésped insomne. Su obra aparece en Antología de Poetas Venezolanos de José Antonio Escalona, Universidad de Los Andes 2002.. Quiénes escriben en Venezuela (Conac 2004); El Hilo de la Voz 2004; Antología del Círculo de Escritores de Venezuela 2005; Biblioteca de Venezuela Analítica; Mujeres Venezolanas ante la Crítica de la Asociación de Escritores de Mérida 2008; Antología Octavo Encuentro Internacional de Escritoras, de la Asociación de Escritores de Mérida, 2008; Antología de Versos de Poetisas Venezolanas Editorial Diosa Blanca 2006; Travesías del alma, 12 mujeres con Teresa de Ávila, publicado por Verónica Amat en España 2014.
Colaboró con el periódico de la cultura PublicARTE, Una muestra de su poesía aparece en el libro La Mujer Rota (Primer Foro Internacional de Poesía); Literalia Editores México 2008; y en las Revistas Circunvalación del Sur, Conciencia Activa 21, Ateneo de Los Teques y otras.
Ha escrito numerosos ensayos, publicados en diarios y revistas nacionales e internacionales. Sobre su obra han escrito: Helena Sassone, Alfredo Pérez Alencart, Alejandro Lasser, María Isabel Novillo, Miguel García Mackle, Edgar Vidaurre, Lidia Salas, Alejo Urdaneta, Eduardo Casanova, Enrique Viloria, Pedro Pablo Paredes, Milagro Haack y Lubio Cardozo. Es Directora de Cármina Editores y actualmente es Directora del Círculo de Escritores de Venezuela
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